Menem y yo

 No es como politólogo -ya que no lo soy- sino desde mi conocimiento personal, mis sensaciones y sentimientos que trataré, tras su desaparición, del que fuera un icono que recorrió mi vida lo suficiente como para que dedique unas palabras a la suya, ahora que llegó su fin.

Seducción, fútbol y ostentación

 Las primeras imágenes que tengo de él son esas fotos en las que se vislumbra a una especie de Julio Iglesias latinoamericano, las de un guaperas, un galán o supuesto tal, a veces acompañado por una rubia a priori interesante para un preadolescente. Y sus patillas grises. La traducción al castellano me impide el juego de palabras entre grisé, de grisáceo y “grisé”, que vendría a ser embriagado en francés. Vamos, que tan embriagado como sus patillas.

 Aunque a mí ya me interesara la política, el peronismo no me evocaría gran cosa y el justicialismo aún menos. Así que me quedaba con la imagen de este ganador. Y con la multitud de fotos suyas tomadas en compañía de brillantes equipos nacionales de fútbol, de los que acogieron a mi admirado Maradona, o de estrellas internacionales que por fin pisaban las calles de Buenos-Aires.

 Raúl Alfonsín, ese austero radical desbordado por la hiperinflación, quedaba relegado al olvido. Radical es socialdemócrata en Argentina. Al menos en teoría. Están afiliados a la Internacional Socialista, pero se trata de un espacio que alberga también tendencias de derechas, como vimos con su rotundo apoyo a Mauricio Macri. Pero el peronismo también alberga en su seno tendencias de derechas y de izquierdas. La diferencia entre la década Menem y la de los de Kirchner habla por sí sola. Soy menos indulgente que otros en cuanto a la corrupción en el entorno del matrimonio Kirchner, un fenómeno que los une por descendencia directa a Menem, pero algunos logros sí hay que reconocerles. La política argentina es complicada.

 El bueno de Carlos Saúl debía ser la única figura política argentina realmente conocida por mí. Encarnaba indiscutiblemente una cierta modernidad, modernidad confirmada por las clases de geografía del instituto, en las que nos enseñaban que este país, junto con Brasil y a los cuatro dragones asiáticos, se convertiría indiscutiblemente en un campeón económico. Crecimiento por doquier y un líder carismático, como para no dejar indiferente a un adolescente.

 A la hora de descubrirlo no pude evitar pensar que se trataba un país de oportunidades perdidas. Cuenta con una superficie mucho más grande que España y con algo menos de población. Sus recursos naturales son increíbles. Uno de los países más ricos y atractivos a principios del siglo XX.

Mi proximidad regional con él

  A lo largo de uno de mis primeros viajes y en medio de una conversación sobre la omnipotencia de Buenos-Aires dentro del país con Claudia, la excepcional escribana (y socióloga, y politóloga, y qué más sé yo), el equivalente de notaria allí, cordobesa con la que tuve la suerte de toparme. Yo: - "la gran mayoría de los presidentes proceden de la capital o de su región, ¿no? Ella: - “no, mira Menem, era riojano”. Cierto, La  Rioja aquella pequeña región del NOA, que parece acoger a muchos indígenas. Y también ciudadanos de origen árabe, en el sentido extenso de la palabra. Conocería el por qué durante mi última estancia, la más prolongada, a lo largo de mis conversaciones con mis abogados peronistas de San Fernando del Valle de Catamarca, la capital de una región vecina con una forma de vida muy parecida a la de La Rioja. De hecho, el motivo por el cual hay tantos nombres arabizantes en el interior del país es el hecho de que una vez Buenos-Aires se llenó de ciudadanos de origen europeo, los sirios, jordanos, libaneses, etc., fueron enviados a cultivar las tierras de la Argentina profunda. Aquello explica algunos apellidos de políticos famosos, como el de la dinastía de los Saadi, la saga familiar de Catamarca o la del propio Menem. Sus antepasados tuvieron que viajar a la tierra prometida con papeles turcos por razones administrativas propias de la época. Hemos aquí una de las razones de la omnipresencia del apodo "turco" en Argentina, aunque quienes lo lleven procedan de orígenes muy diversos. También me enteraría durante mi estancia en Catamarca que el famoso defensa central con aspecto de brutote el "Cata Díaz", que jugó durante mucho tiempo en la élite española, ostentaba ese apodo debido a sus orígenes catamarqueños.

Un pequeño dictador

 Nuestro gran hombre estudió el derecho en Córdoba, mi primera capital de provincia de adopción en Argentina. En una universidad por cuyos pasillos transité habitualmente ya que mis abogados del colegio profesional de la ciudad ejercían allí su talento como profesores de renombre. La madre de familia, brillante especialista en derecho procesal también era profesora de la Universidad de La Rioja.

 Durante su presidencia convirtió su pueblo natal, Anillaco, en su particular Yamusukro, dotándolo de infraestructuras de las que nunca semejante pueblucho hubiera imaginado disfrutar. Un municipio que incluso se vería adornado con una larga pista de aterrizaje para los jets de la jet-set u otros privilegiados, aunque sobre todo para el avión del amo del lugar.

 Otro pueblo, más bien una pequeña ciudad, de mi primera provincia argentina de adopción -Córdoba, hay que seguir- le nombró persona non grata, tras la explosión de una fábrica de armas en 1995. Es Río Tercero. Se sospecha que Menem y/o su camarilla orquestaron esta explosión para ocultar las ventas ilegales de armas, ventas que finalmente se demostraron y que iban dirigidas a Ecuador y Croacia, dos países históricamente vinculados a Argentina. Imaginamos la reacción del Perú, al que Menem seguía haciendo risitas mientras contrabandeaba armas a su vecino.

Un juicio significativo

 Tuve el honor de asistir, junto con Claudia, a un juicio histórico a los culpables de la represión durante la dictadura argentina, en agosto de 2013, en el marco de la "Megacausa La Perla", el centro clandestino de detención del mismo nombre. No se hacían tanto los interesantes, los torturadores, sentados en medio de su jaula de cristal de la sala de audiencias del Tribunal Federal de Córdoba. Tenía que encontrarme con un fiscal que participaba de las audiencias, con tal de que me orientara sobre los trámites a iniciar en Catamarca. Y es que me había enterado de la presencia de mi hijo allí, presencia que él se encargaría de negar con descaro al comienzo de nuestras vacaciones en Córdoba, antes de que yo pronto renunciara a tratar del asunto con él. Cuando constaté que en el repertorio del móvil que le había dejado su madre todos o casi se apellidaban "Amor" no me quedaron demasiadas dudas.

Mis observaciones sobre los estragos del liberalismo (y de la corrupción...)

 Como comentaba, en julio de 2013 me enteraría de que, tras su secuestro por parte de su madre y muchas mudanzas, mi hijo había quedado recluido en una secta cercana a la capital de la provincia de Catamarca. Comienzo de mis peregrinaciones desde Córdoba -y no precisamente para conocer al “maestro amor”, con el que sin embargo me encontraría varias veces, por ejemplo en una procesión- y luego una posterior instalación allí. Bonita y colorida, la procesión en honor a Ganesha, pero bueno, tenía que recoger a Marc en taxi a las 18:30 y nos retrasó considerablemente, aquella tarde de viernes del 2014. 

Al redactar estas líneas también caigo en la cuenta de que la presencia de miles de sectas (por llamarlo vulgarmente, los especialistas te explican que no es exactamente así) en Argentina también responde a gran medida a la ausencia del Estado.  

 Mis viajes de Córdoba a Catamarca los efectuaba en colectivo (autocar), el principal medio de transporte de los argentinos. Y es que, con su liberalismo a ultranza, el maldito Menem había reducido el transporte ferroviario de pasajeros a casi nada. Es fácil imaginar en ese contexto la cantidad de camiones y autocares que circulan por las carreteras y autopistas, no siempre de excelente calidad, por cierto. (¿tendrá que ver con las comisiones y eso? 😉)

 La línea de ferrocarril Córdoba-Catamarca, modesta, única y en desuso, la percibía a ratos al lado de la carretera. Abandonada desde hace muchos años, sólo era visible parcialmente, cubierta la mayor parte del tiempo por enormes plantas salvajes. Por momentos veías algún caballo igual de salvaje saltar por encima. Caballos cuyos cadáveres podías observar de vez en cuando en estado de putrefacción cerquita del andén.

La estación de tren de Córdoba, arquitectónicamente interesante, no había quedado relegada al abandono, pero casi. Una conexión semanal la unía a Buenos Aires -vía Rosario- para los pasajeros. Un ómnibus, en realidad, que tardaba más en conectar Córdoba con la capital que lo que tardan aviones que hayan despegado de Londres o París en aterrizar allí. Algunos trenes de mercancías parecían pasar con más frecuencia.

 Mis estancias -a veces largas- en Argentina coincidieron con épocas en las que los Kirchner todavía tenían que volver a reanudar parte de lo que Menem se había encargado de destruir. Había privatizado, o, mejor dicho, había subastado, con las correspondientes comisiones ocultas, la industria aérea nacional y las aerolíneas, correos, la banca pública de referencia, hasta las pensiones (¡!). Todo ello mayormente en beneficio de compañias extranjeras y de empresarios locales poco interesados en el bien común.

 Potentados económicos, pero también símbolos de soberanía popular, que cayeron como golpes al orgullo de los argentinos, y cuya venta no solucionó, ni mucho menos, los recurrentes problemas de pobreza del país. Al igual que la paridad peso/dólar, un invento menemista, mediante su ministro Cavallo, del que todavía se habla y no hizo más que aumentar las desigualdades a largo plazo.

Otras hazañas

 Padeció 5 años de arresto domiciliario por parte de la dictadura en los años 70, eso sí. Una vez en el poder redujo la hiperinflación y fue un mandatario escuchado por sus pares occidentales, estos serían los principales puntos positivos con los que me quedaría de los 10 años de menemismo. Renunció algo a la tradicional hospitalidad propiciada por el país hasta entonces hacia los nazis allí instalados. De hecho visité junto a Claudia, de nuevo ella, un pueblo alemán reconstruido según parámetros perfectamente germanos, y el alsaciano nativo que soy puede dar fe de ello. Detuvo a unos cuantos nazis pero al tiempo que exculpaba a algunos de los responsables de los horrores de la dictadura militar local. La política argentina es complicada.

Lo convirtieron en una especie de senador vitalicio, un cargo que llevaba aparejada una inmunidad muy práctica ya que es en la cárcel donde debería de haber acabado su gloriosa carrera. También se distinguió como senador por su posición contraria a la legalización del aborto.

No investigué demasiado cuando murió, quería compartir impresiones propias. Pero una de las cosas más interesantes que encontré fue este vídeo de 1984: https://www.youtube.com/watch?v=IV_HP1RZ70w&t=1218s . Como gobernador de la provincia argentina de La Rioja visita a la comunidad autónoma española homónima de la que la suya hereda el nombre. ¡Que buen porte, al salir de su Renault 25! O admitiendo que sería candidato a presidente del país en un futuro cercano.


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