Ilegalizar a Vox
Vaya por delante que mis ideas están a las antípodas de las de la extrema derecha pero si no vas a querer leerme hasta el final te adelanto que abogo por no ilegalizar a Vox.
Acabo de descubrir a raíz de una petición en change.org que se pide la ilegalización de la extrema derecha institucional que representa ese partido sin el cual el Partido Popular no gobernaría comunidades autónomas como Andalucía o Madrid. Yo pienso que tendrá éxito y que la pueden llegar a firmar cientos de miles de personas pero mi opinión es que no solo esta abocada al fracaso sino que sería dar un paso en falso.
La confirmación por parte de un juez de la -dudosa- legalidad del uso despiadado de niños vulnerables en un cartel electoral o las amenazas al director de la editorial del Jueves o son para algunos como gotas que colman el vaso. Seguramente la intimidación al presidente de RBA se pueda calificar como delito pero a mi entender debe de llamar a una reflexión profunda, más allá de la interposición de las denuncias o querellas pertinentes que se merezca un accionar tan grave.
Yo solo voto como español desde el 2014, año en el que le prometí fidelidad al rey, en el consulado de España de Córdoba (Argentina) por circunstancias ajenas a mi voluntad. Pero me siento español desde pequeño y vivo en València desde principios de los años 2000, pudiendo ejercer mi derecho al voto en las elecciones municipales desde entonces y siendo un observador atento de la vida política de este lado de los Pirineos.
Un hecho que me llamó poderosamente la atención fue advertir que en distintos escrutinios se podía votar a la Falange...Si si, a la Falange. Y no solo a una, sino que que a la vista de todos y todas andaban papeletas de hasta dos o tres falanges distintas, según las elecciones de las que se trataban.
¿Queremos ilegalizar a Vox en un país en el que la Falange se presenta a las elecciones y en el que la fundación Francisco Franco recibe subvenciones? Aunque Vox haya despegado y partidos como las diversas falanges o España 2000 sean grupúsculos residuales yo entiendo que nos lo tendríamos que hacer mirar.
Un estado en el se adecuó en su día el marco legal para ilegalizar a la vertiente política de ETA pero en donde andan vivitas y coleando varias falanges y demás partiditos fascistas no se puede conformar con que una amplia franja de sus ciudadanos decentes reclame la ilegalización de Vox.
En Francia, mi otro país, Charlie Hebdo encabezó en su día una iniciativa para reclamar la disolución del Front National de la época de Le Pen padre. No les faltaban argumentos como hoy no carecen de motivos los que claman por la ilegalización de Vox. Racismo, xenofobia, homofobia o reivindicación del franquismo son parte de un imaginario claramente al margen de la convivencia democrática. Pero son ya demasiados ciudadanos los que han optado por ese partido y lo que representa e ilegalizarlo sería una forma de borrado de esa opción que les han permitido las urnas.
Es necesario un análisis critico de lo que no ha llevado hasta aquí. Hasta un respaldo masivo de la extrema derecha. El auge de Vox es un fracaso colectivo de una sociedad egoísta, del ultra liberalismo y sus crisis cíclicas o del aumento de las desigualdades. Pero se debe además a la ausencia de una derecha moderada, bien sea conservadora o liberal, capaz de poner en marcha un cordón sanitario con tal de aislar al fascismo. Hasta los que iban de modernillos liberales de Ciudadanos acabaron en la manifestación de Colón, con su aliado circunstancial rancio, ese derechista irremediable que se escondió durante muchos años en el seno la socialdemocracia gala y fue hasta poco concejal de Barcelona.
El auge de Vox cuando has vivido en Francia el ascenso del FN lo has visto venir mejor aún. Soy irremediablemente de izquierdas, he sido militante y he vivido en primera fila manifestaciones en contra del FN como de la de Estrasburgo del 1997. El problema es que hoy en día ya no se dan manifestaciones tan masivas en contra de la extrema derecha en Francia. Con ciertas complicidades, pero la hija Le Pen ha logrado en gran medida esa normalización de la extrema derecha.
En 2002 nos pilló por sorpresa la presencia de Jean-Marie Le Pen en la segunda vuelta de las presidenciales y a muchos no nos quedó más remedio que votar a Chirac. En el 2017 fuimos menos en votar a Macron. Yo dudé hasta el último momento. En el 2022 los sondeos nos anuncian a Marine Le Pen de nuevo en la segunda vuelta y de darse el caso seremos muchas gentes de izquierdas en dudar en volver a votar a un candidato de derechas. ¿Ya está bien con ese jueguito no?
Bastantes medios de comunicación españoles han tardado bien poco en banalizar a Vox y a sus mensajes. Hasta diría que han sido participes de su instalación en el paisaje. Yo veía con asombro como se pasaba en un abrir y cerrar de ojos de la situación mediática de Le Pen padre a la de Le Pen hija. Del FN al RN. Al igual que se decía a finales de los ochenta que Mitterrand había contribuido a que le dieran voz a Jean-Marie para dividir a la derecha aquí los medios le han dado voz a Abascal y a los suyos con tal de reforzarla. Varios factores más han jugado a favor de un crecimiento rápido de Vox como el hecho de que sus ideas franquistas fueran albergadas por una amplia franja del PP durante mucho tiempo.
La España antifascista tiene que aprender del vecino del norte y no llegar a este grado de banalización de Vox en una democracia más joven y que ha sufrido demasiados años de dictadura franquista. Y el terreno de la lucha contra el fascismo son las urnas pero no se debe de dejar de hacerlo en la calle.
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